jueves, 30 de octubre de 2014

Después del silencio

(Después de tener esto desatendido durante meses por diferentes circunstancias vamos a hacer un post de esos que hacen que "suba el pan"). 

Durante los últimos dos años he aprendido a estar callado y observar. A comprobar resultados, comparar pruebas, medir de diferente manera (siempre lo más objetivamente posible) el rendimiento deportivo, intentar jugar con la psicología de todos los deportistas que confían en mí para cumplir sus objetivos para que, después de un largo proceso, lo consigan. 

He preguntado a colegas de profesión "qué hacían ellos". A otros (algunos, eminencias) cómo valoraban algunos planteamientos que yo, desde mi experiencia como deportista (y entrenador) les hacía. He encontrado de todo. A veces algunas contestaciones que me han hecho hasta replantearme mis pensamientos y teorías sobre el entrenamiento. También he preguntado a mis deportistas sobre su opinión de "cambiar" de sistema. Innovar. Hacer cosas nuevas para un mismo objetivo. 

También he leído artículos, científicos y periodísticos, y de los segundos sólo puedo sacar una conclusión: estamos sobreinformados. No sé porqué pero hoy en día "todo el mundo sabe de todo". Aunque no tengan títulos ni estudios. Aunque no tengan "experiencia" (sí, eso a lo que todos recurren cuando se quedan sin argumentos de peso). En relación a esto había un tweet  que decía algo así como "In my personal experience, it's what you say when something you do doesn't fit with what science shows" (ahí lo dejo, y eso que también os digo que soy pro-placebos). Es decir, que muchas veces nos dejamos guiar por lo que nos dicen o por lo que creemos. Muy en la línea española del "cría fama y échate a dormir". 

Sin ir más lejos, ayer un deportista me escribe quejándose de un dolor en la parte interna del talón y solicitando un diagnóstico. Yo no soy mago, ni físico-cuántico, así que directamente derivo: ve al fisioterapeuta. De los de verdad, no los huntacremas que te sacan la pasta y te dejan igual. Llamadme raro si queréis pero yo no me juego la salud de una persona por intentar ser algo que sé que no soy (reitero, debo ser raro porque a esto se juega mucho hoy en día).

También intento mantener el contacto directo o casi diario con mis deportistas. Preguntar de vez en cuándo cómo van los entrenamientos, si los ritmos salen, cómo se encuentran anímicamente... Y es entonces cuando me siento realmente útil desarrollando mi función. Más aún que cuando logran cruzar la meta porque para hacerlo han tenido que demostrar un compromiso consigo mismos y con el entrenamiento. Muy similar a la campaña de marketing de Reebok XF de "firma un contrato contigo mismo". 

El entrenador es símplemente un instrumento y la voluntad de hacer o no hacer reside en el deportista. Bien es cierto que un buen entrenador potenciará tus ganas de "hacer" e intentará que se extingan las de "no hacer" pero al final todo depende de uno mismo. Por eso me río cuando me dicen sobre algún entrenador "de nivel" que "es la caña" porque realmente todo se supedita a los éxitos logrados por sus "pupilos" (¡Qué poco me gusta esa palabra!) y al final todo es cuestión de suerte. De encontrar un mirlo blanco, un/a deportista que sea capaz de "rendir" por encima de los demás y que nos otorgue, a nosotros, los entrenadores, una buena ración de EGO para hinchar el pecho. 

Llegados a este punto todos tendemos a inclinar la balanza hacia este lado. Siempre nos preocupamos y volcamos más con quienes más éxitos nos pueden proporcionar. Esto, en la teoría de metas nos diferenciaría en ser un entrenador inclinado al EGO y otro orientado a la TAREA. Y uno de los riesgos de orientarnos a la primera es que olvidaríamos el LTAD (Long-Term Athlete Development) incluso con deportistas másteres (todo el mundo tiene una evolución, no sólo desde pequeños hasta adultos, sino desde que empieza su práctica deportiva hasta que ésta finaliza). 

Por eso intento ser imparcial. Reforzar el ganar, reforzar el esfuerzo y la superación de las barreras. Sería injusto tratar de diferente manera, por ejemplo, a Pepe Muñoz (ganador de varias pruebas de la Green Running Cup) que a Edu Rodríguez (perdiendo 45kg y siendo capaz de correr su primera media maratón en 1h37'). Esa fue mi respuesta cuando un amigo mío (un poco cabrón, todo hay que decirlo) me preguntó que cuál era mi mejor deportista. Para mí, todos son igual de importantes y todos son los mejores cuando cumplen con el entrenamiento que les propongo. Unos ganarán carreras, otros acabarán entre los 50 o entre los 200, pero mi compromiso con ellos debe ser exactamente el mismo

Como dijo el "profe" Ortega: "El esfuerzo no se negocia"

1 comentario: