viernes, 20 de julio de 2012

Sobre la Planificación (II)

(He tenido algunos contratiempos informáticos por lo que no he podido actualizar cuando quería, básicamente el portátil petó después de 6 años de un uso implacable. Además, con motivo de las olimpiadas posteo esto). 

"Ni menos ni más es mejor, y no olvides trabajar la velocidad". 

Normalmente, el rendimiento deportivo siempre vendrá condicionado por el cumplimiento, o no, de una serie de condiciones o factores, más o menos entrenables, que interactúan entre sí en el desarrollo de una prueba y que tienen una característica común a todos ellos: su inestabilidad. 

Hace tiempo atrás y con la actitud jocosa de la experiencia, cierto profesor nos decía que al final de la carrera sabríamos dos cosas: una el feedback, y dos, que no hay nada absolutamente cierto en el deporte. 

Van casi andando y mirad cómo apoyan.
La segunda afirmación la podemos tomar con pinzas, pero al final, el tiempo nos da la razón. ¿Quién creía que los sistemas y métodos de entrenamiento podían cambiar tantísimo en un siglo? Si le digéramos a Bannister cómo y a qué velocidad se corre ahora la milla, o el 1500, no se lo creería. 

Pues bien, como consecuencia de la segunda, podemos sentenciar que en el deporte, tanto en el plano del entrenador como en el del deportista, o te actualizas, o "mueres". Quedarse totalmente obsoleto, arcaico, como un dinosaurio, vestigio de épocas mejores y viviendo de las rentas de otros tiempos. 

Leí, hará ya unas semanas, a Steve Magness. Si no os suena, podéis buscarlo por internet y os saldrá su curriculum. En su blog (scienceofrunning) hacía una crítica directa (a través del Dr. Jack Daniels) al método de entrenamiento por zonas, esas R's o Z's que tanto nos gustan (o disgustan), por considerar el rendimiento como una variable monofactorial.

Es más difícil de leer que de entender: Supongamos el VO2Máx (siempre referido en la literatura como el mayor limitante de los deportes de resistencia) como X. Según el modelo de entrenamiento por zonas, si incrementamos X produciríamos una mejora en el Rendimiento (P).

X=↑P

Ahora bien, según este modelo estamos pasando por alto dos factores, de vital importancia a la hora de que un modelo de rendimiento deportivo se sustente: la Fuerza aplicada (FA) y la Técnica aplicada (TA), lo cuál nos deriva a otro que engloba a los dos anteriores, la Economía de movimiento (RE), por lo que el rendimiento debería considerarse como una integral, al igual que en el entrenamiento de la fuerza, y sería algo así (no soy matemático, por lo que es posible que ponga una burrada): 

P=∫[∫(VO2Máx) + ∫RE]                                        Donde RE = ∫(FA + TA)

Y todo ello sin contar con que hay otros factores presentes en las carreras como la aclimatación, la humedad, el nivel de hidratación, el estado del agua, el perfil ciclista, y otra infinidad de factores que escapan al control del entrenador pero sobre los qué sí que se puede actuar en menor medida. 

Dicho esto, un ejemplo práctico. Supongamos (por suponer) que los datos que tiene Mario Mola en su web son reales. Siendo así, estaríamos hablando de un atleta con un VO2 relativo de 88 ml·kg·min-1, uno de los más altos que haya visto jamás. Supongamos un VO2 relativo de Alistair o Jonathan Brownlee, o del mismo F.J. Gómez Noya similar. ¿Por qué unos son capaces de nadar en menos  de 18' en aguas abiertas y otro no? ¿Por qué unos son capaces de correr en 30' pelados el 10.000 y otros en 31'? La respuesta es bastante sencilla: el VO2 no marca la diferencia

El consumo siempre ha sido la piedra angular en la que se han centrado los entrenamientos pero llegados a ciertos niveles donde estas diferencias son mínimas, lo que define al ganador del segundo es la economía de carrera. Y dicha economía viene determinada por la capacidad del atleta de generar fuerza de manera repetitiva bajo unas circunstancias determinadas (ángulos de ataque, fatiga acumulada, frecuencia de estímulo...) y ante unas características técnicas determinadas (ángulos y biomecánica propios, apoyo de antepie, neutro o retropie, estabilidad y equilibrio con otros segmentos corporales...).

Bajo este aspecto, me encantó el análisis que hacía Iván Muñoz sobre la última carrera en la que se enfrentaron los Brownlee's contra Noya y que podéis ver aquí. Y además podéis observar en el vídeo el estilo de correr de los hermanos, donde la técnica es extremadamente refinada y donde el retropie tiene un escasísimo apoyo en el suelo (me gustaría verlo en SM) por lo que la energía generada en cada apoyo no se disipa al entrar con el retropie apoyado, o lo que es lo mismo, son mucho más eficientes, ya que para un mismo esfuerzo necesitan una producción de fuerza menor para ir a una misma velocidad. Seguramente, sea en este punto donde resida la diferencia entre Noya y los BB. Como se puede apreciar en el video de TC su pisada es mucho más neutra, por lo que en términos de eficiencia, es menos eficiente que los BB, y necesitaría generar más fuerza en cada zancada y por tanto, si su RE es menor, también lo sería su integral, por lo que el rendimiento sería menor en términos generales y sin contar con las variables que líneas arriba enunciaba. 

No obstante, hay que decir que esto es una simple comparación, y aunque estos son términos generales, no hemos de olvidar la individualización de estos parámetros. Es decir, no podemos estandarizar estos parámetros para todos los atletas, lo cuál significa que para una velocidad determinada (hablando de carrera  pie) podríamos correr a una misma velocidad (si la tomamos como referencia de una resultante de Potencia) bien por una mayor aplicación de fuerza en cada movimiento (o sea, zancadas más amplias) o bien por un incremento del número de estímulos (más zancadas, menos espacio recorrido por cada una. O sea:

↑FZ·↓LZ = ↓FZ·↑LZ
 Donde LZ es Longitud de Zancada y FZ Frecuencia de Zancada. 

Por lo tanto y como consecuencia de dicho producto, podemos decir (y ahora es cuando viene a cuento el primer entrecomillado del post) que no siempre menos es mejor, ni más es mejor, circunscribiéndose ello a las características propias del deportista en cuanto a la capacidad para aplicar fuerza en el movimiento y las características técnicas del mismo. Por lo que la RE vendrá siempre determinada por el dominio y nivel de refinamiento técnico del atleta en cuestión.  

Una vez dicho esto, sobraría decir que el entrenamiento, aunque sea un deporte de resistencia, no debería ir siempre dirigido a conseguir un mínimo número de estímulos (lo que provocaría una mayor amplitud de movimiento por estímulo pero también una mayor fase de transición entre ambos, como un punto muerto, digamos) sino que también deberían trabajarse conceptos derivados de la velocidad (ésa gran olvidada en l fondo) con premisas técnicas para un mayor refinamiento y una mejora de la aplicación de fuerza ante unas situaciones determinadas, lo que generaría en el atleta una mayor versatilidad y adaptabilidad y una mejor respuesta motora ante las situaciones de carrera. 

Otro de los puntos sobre los que escribía antes, era sobre las circunstancias de carrera y la aclimatación. Y ya no sólo sobre ella, sino también sobre los ritmos circadianos y los horarios de competición, porque no es lo mismo correr a la 9 de la mañana que a las 4 de la tarde. De hecho, un estudio de la UCLM (Mora Rodríguez, R.) demostró que la cafeína puede usarse en ciertas medidas para compensar dichos ciclos. Por lo tanto, también hemos de estructurar nuestros entrenamientos de forma específica a la generalidad de nuestras competiciones, lo que implica incluir sesiones de intensidad a las horas a las que se compite y no a las que tenemos preestablecidas (y esto ahora en el verano manchego es muy muy duro, casi utópico). 

Así mismo, y respecto al entrenamiento técnico, no hemos de olvidar trabajarlo de manera integrada, por ejemplo: podemos utilizar un trabajo de Potencia o Capacidad Láctica para lo mismo, asistiendo al mismo para que los patrones biomecánicos se adopten de una manera más fácil y sencilla en velocidades competitivas y supracompetitivas, como puede ser la utilización de clavos (3-6mm) en la realización de series de 300 y 400 metros, de manera que además de trabajar un parámetro fisiológico, también estaríamos trabajando el componente técnico de la carrera a pie. Del mismo modo, podríamos aplicar ese objetivo técnico en sesiones de acumulación (utilizando una estructura basada en el modelo ATR) en los que únicamente trabajamos en el umbral aeróbico y como objetivo complementario...


Próximamente más.

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