"La desdibujada figura del entrenador"
Hace unos días escribía más sobre la fundamentación teórica que sostiene a los grandes cracks y sobre el propio entrenamiento en sí. Hoy variaré en cierta medida estos parámetros. Vamos a hablar de la figura del entrenador, del atleta y de los modelos de planificación que ya comenté en otros post anteriores. Empezar desde el principio de la fundamentación teórica del entrenamiento sería demasiado largo y laborioso, y ahora mismo no es una de preferencias. Así que, vamos "al lio".
Cualquier planificación deportiva, incluso antes de plantearse, no digo ya sólo intentar efectuar una primera estructura-borrador sobre la que trabajar, sino antes de empezar a pensar en ella misma, ha de responder a una sencilla cuestión que todos olvidan pero que el buen entrenador debe tener siempre presente, además de ser conscientes del punto en el que nos encontramos con nuestro deportista:
¿Qué objetivo perseguimos?
Una vez respondida a esta pregunta, surge una nueva:
¿Qué debo hacer/entrenar/competir/mejorar(más) para conseguir ese objetivo?
Y si hemos llegado a ese punto y tenemos las respuestas claras, lo que no quiere decir que estén cronológicamente perfectamente definidas (todos sabemos los cambios que sufren las competiciones a lo largo del año), podemos empezar a pensar en el entrenamiento.
Cualquier tipo de inicio es laborioso, pero seamos profesionales, no podemos establecer una misma pretemporada para un ultrafondista como en el caso de los corredores de IM como un saltador de altura, aunque los principios fisiológicos sobre los que tenemos que actuar sí sean parecidos. En este punto podemos empezar a discernir entre los buenos entrenadores y los regulares. Consideremos la figura del entrenador como una figura cualificada, con conocimientos tanto teóricos como prácticos y un rasgo característico sobre el resto: la coherencia. Ser coherente entre lo que se piensa, lo que se dice y lo que se hace. Sin esta característica la confianza del atleta en él mermará constantemente. En este punto, será fundamental que los conocimientos del entrenador no se basen únicamente en una "amplia" experiencia. Es decir, si tenemos 20 años de experiencia, pero esos 20 años hemos estado haciendo "kafradas" cuyo resultado ha sido relativamente bueno, pero los libros contradicen esas experiencias, probemos, aunque sea un riesgo, a hacer lo que los científicos dicen que funciona.
Me resulta especialmente irritante sobre este punto, los desprecios que sufre el sector científico, bajo algunas premisas irracionales como "no es necesario", "eso es para atletas x" o cualquier tipo de comentario similar. El mejor ejemplo, o al menos al que yo considero como mejor ejemplo, es Íñigo Mújika, fisiólogo, científico y entrenador de Eneko y Ainhoa. Pero volvamos al tema central.
Sobre lo que decía de la experiencia y los diferentes tipos de entrenadores. También hay que decir que muchas veces el trabajo del entrenador se ve menospreciada por el deportista, cuando debería considerarse como una obra de arte. Más aún si esos entrenamientos combinan una serie de factores de ámbito multidisciplinar como en el caso del triatlón. No es nada fácil cuadrar sesiones de tres disciplinas intentando evitar las posibles interacciones negativas que puedan surgir entre las cargas prescritas, pero se ha de intentar por todos los medios, ya que no sólo el rendimiento del deportista depende de ello, sino también su salud física y mental.
Para ello, la comunicación entre entrenador y deportista debe ser diaria, y se han de adaptar las cargas de entrenamiento a la realidad del deportista según cada caso. Para ello, nada sería más efectivo como una hoja semanal de Feedback, incluyendo dentro de la misma los cuatro parámetros que indican el burn-out o la realización de test validados que nos sirven para ello, como el POMS. Una vez perdida la comunicación y la confianza, el entrenamiento tendrá muy poco sentido.
Del mismo modo, el entrenador debe estar dispuesto a rectificar en sus programaciones en función del feedback del deportista, y el deportista debe estar dispuesto a acatar lo que el entrenador dictamine. Recordemos que el deporte no es una ciencia exacta, y que las cargas que pueden resultar beneficiosas para un deportista pueden no serlo para otro (hablando del mismo deporte y disciplina). Por lo tanto, otro rasgo característico del entrenador actual debe ser la humildad, saber reconocer errores en función de lo que el deportista transmita y no caer en lo fácil, que sería echar la culpa exclusivamente al atleta por "no saber entrenar" cuando el problema reside en el diseño de las cargas.
Actualizarse. Un entrenador no puede quedarse estancado en los métodos de hace 15 años. La ciencia avanza, entre ellas la nuestra, la CAFD, y modelos de entrenamiento y/o planificación válidos en los 90 no tienen nada que hacer frente a los modelos actuales de rendimiento. Evidentemente, la situación no es la misma. El número de competiciones y compromisos ha crecido, hay atletas que incluso tienen diferentes clubes según el país en el que compitan, y un elevado número de eventos a los que se pretende llegar en la mejor forma posible.
Bajo este último prisma, el mejor estado de forma en el mayor número de competiciones, el modelo de planificacion contemporánea (Issurin, Verkhosansky, Seirul-lo, Kaverin) desbanca totalmente al modelo tradicional (Matveyev). La razón es muy simple: 2 ó como mucho 3 picos de forma en la temporada, contra un modelo que es capaz de conseguir hasta 10 picos de forma (si tomamos como referencia A2+T2+R1, esto depende también del deporte, estoy buscando una foto que tengo por ahí de una temporada de un velocista que creo quue tenía 16). Por lo tanto el objetivo es competir al mayor nivel posible en el mayor número de competiciones, supeditándose éstas a la competición/es objetivo de la temporada. Y ante este plantel surge una inmensa duda ¿por qué hacer competir al deportista en unas condiciones de fatiga de manera reiterada y sucesiva? -esa es mi principal crítica a la aplicación del modelo clásico-.
Cierto es que debemos concretizar: aplicar una estructura ATR a una persona que está empezando en un deporte puede ser tan negativo como aplicar a un fondista de élite un modelo clásico. Hay diferentes circunstancias, pero la ciencia nos da la razón en una cosa: llegados a un cierto nivel, el modelo clásico se nos queda obsoleto. Además el entrenamiento multiobjetivo provoca efectos negativos en el deportista: primero, un exceso de fatiga acumulada, segundo, un estímulo mixto hace que la respuesta del organismo no se potencie, por lo que los estímulos no se adaptan como se deberían, tercero, como derivación del segundo, se produce un incremento de la carga alostática, lo que se traduce como un mayor riesgo de sobreentrenamiento.
¿Demasiado pronto o demasiado tarde? ¡Fases sensibles! |
Entonces, ¿tiene cabida el modelo clásico en la actualidad? Sí. En mi opinión, cualquier pesona que se esté iniciando en un deporte cualquiera debería ser entrenada bajo esta perspectiva, ya que los principios explicados tres post atrás se producen de manera mucho más progresiva. Del mismo modo, también con jóvenes, especialmente si son novatos en un deporte, se debería aplicar. Pero también tiene un riesgo, no hemos de olvidar las fases o periodos "sensibles" de éstos y las capacidades físicas y técnicas a desarrollar sobre ellos, si no, podemos estar truncando su futuro como deportistas. Por eso hay que tener un especial cuidado con las cargas y los jóvenes, ser demasiado precavidos nos puede llevar a que el deportista no "explote" y con ello se le cierren todas las posibilidades de acceder a cualquier élite deportiva, y una "explosión" demasiado precipitada puede llevarnos al hastío y a la retirada del deporte del mismo.
Por otra parte, hay modelos "plurianules" de entrenamiento (muy) mal entendidos. Un modelo plurianual significa que se utilizará el efecto residual de las temporadas anteriores ante un objetivo a Muy Largo Plazo que suelen ser unos JJOO o en su defecto un Mundial. Esto no significa que los entrenamientos de un año a otro no varíen, sino que los objetivos se priorizan porcentualmente de un año para otro, adquiriendo mayor importancia unos contenidos de entrenamiento en un año y en otro.
Ante lo cuál se produce una gran pregunta, ¿tiene sentido programar en microciclos exactamente iguales? Y más aún, ¿tiene sentido repetir los mismos microciclos de un año a otro? Desde mi punto de vista, puedo afirmar con rotundidad que no. No proveer al deportista de una gran variedad de estímulos producirá a medio y largo plazo un estancamiento en su rendimiento, mermando su potencial, no por falta de capacidades, sino por una cagada en el proceso del diseño y la planificación del entrenamiento (¿fruto de la pereza y la facilidad?). Quizás ese estancamiento sea escaso en los primeros años, cuando la capacidad de mejora de reservar es mayor, pero es inevitable que el rendimiento se estanque. Esa es una de las claves por las que la gente rinde más cuando cambia de entrenador, por el cambio en la metodología del entrenamiento.